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Residente en la blanquitud boricua

José I. Fusté
Residente en la blanquitud boricua

Quizás deberíamos armar un corillo y caerle en la casa de Residente a las dos de la mañana para hablar un poco sobre privilegio blanco entre boricuas y latinxs.

¿Sería posible convencer a Residente a que utilice su megáfono para hablar sobre el privilegio blanco, el racismo anti-negro y sobre cómo estos males se combinan con otros mecanismos de poder en Puerto Rico? Por lo evidente en su cuenta de Twitter resultaría difícil, pues este tema claramente toca un nervio profundo en él. Me refiero al tirijala que algunos de sus followers observamos en su cuenta de Twitter luego de que en una entrevista reciente, René Pérez atacara a la industria de música urbana americana por despreciar el talento de MCs latinoamericanos hispanoparlantes.[1] No hubiese desatado una polémica si no fuera porque en su diatriba inicial, Pérez alegó que artistas como Kendrick Lamar y Childish Gambino “viven en su mundito en donde ellos se creen el centro.”[2] Algunos le cayeron encima por la manera en la que pintó a estos ídolos de la música urbana angloparlante como elitistas desvinculados de luchas individuales o colectivas (contrario a él, por supuesto).[3] Recordemos que muchos fans del género ven a Kendrick como un paradigma del hip hop “consciente” contemporáneo. También alaban a Donald Glover, alias Childish Gambino, por la magnitud de sus talentos y por la singularidad de sus provocaciones.

Tampoco a estos fans les agradó que Residente minimizara las luchas de raperos afroamericanos al decir que “vienen de un país que es un imperio” que es “el país más rico del mundo” y que “la clase baja” de algunos raperos americanos “es clase media en Latinoamérica”. No se puede negar que el ombliguismo abunda en el hip hop americano. Fuera de los talentos individuales y los compromisos anti-racistas y progresistas domésticos de algunos raperos, sus solidaridades rara vez atraviesan las fronteras de esta metrópoli imperial. En ese sentido, Residente tiene un punto. Sin embargo, nos debería sorprender que René Pérez no hiciera nota de la manera en la cual la sociedad estadounidense margina y oprime a personas como Lamar y Glover. La vulnerabilidad del compañero Pérez como latino blanco ante el racismo en la metrópoli colonial, que antes de todo es anti-negro y anti-indígeno, no se compara a la de raperos afroamericanos, especialmente aquellos que son criados en guetos hipersegregados.

Pero esta no fue la parte que irritó a tanta gente sino la manera en la cual René Pérez posteriormente defendió su provocación inicial. Cuando Rebeca Lane (rapera/poeta Guatemalteca, @RebecaLane6) lo invitó a que usara “sus privilegios de latino blanco” para promover el rap latino, Residente se prendió de un maniguetazo y le ripostó con un comentario sobre cómo sus “privilegios vienen de Trujillo” con la mitad de sus “amigos muertos”. Luego otra gente le siguió girando la manigueta a René y este continuó lanzando dardos, alegando que “los latinos en USA no tienen ese white privilege gringo sin importar el color.” Como ejemplo de esto, contó que “el guardia moreno” de su edificio en los Estados Unidos le negó entrada a su apartamento, presumiblemente por ser latino. También aclaró que en “Latinoamérica es distinto obviamente” pero que “en USA a todos nos meten en la misma caja” y manifestó que en los EEUU, un latino blanco “nunca tiene el mismo privilegio que un gringo blanco”.

Muchas de las personas que siguen a nuestro paisano en los medios sociales saben que para cuestiones de auto-crítica, Residente puede ser más cabeciduro que un rinoceronte. En el resto de este ensayo, quisiera utilizar mi propio privilegio como boricua y latino blanco para recordarle al compañero René que lo que le señaló Rebeca Lane es más que real. Más adelante, demostraré muchas de las maneras en las cuales puertorriqueños blancos de todas clases se benefician de privilegios raciales en la isla y en la diáspora.

Antes de esto, quisiera recalcar que la rapera guatemalteca le recordó a Residente que posee privilegio como latino blanco. Seguramente se refería a la convergencia de los privilegios de René no solo como boricua de tez clara sino como hombre cis-género hétero. Si Pérez fuera mujer y/o trans y/o queer, tendría privilegios reducidos. De eso se trata la “interseccionalidad”. Si fuera negra o mulata oscura, tendría más desventajas. Por supuesto, esto no supondría que sería menos valiosa. Tendría igual o posiblemente más potencial que otros, pero también enfrentaría más obstáculos para alcanzar una posición de seguridad de clase y de poder, tanto en Puerto Rico como en EEUU. Y por supuesto, si Pérez fuera inmigrante, tendría que saltar vallas adicionales pues entre boricuas hay muchísima xenofobia racista contra otros antillanos a los cuales a veces erróneamente identificamos como “más negros que nosotros” sencillamente por su origen nacional. También existe xenofobia contra puertorriqueños de ascendencia asiática y/o musulmana. No dudo de que Residente reconoce que lo mismo pasa en la República Dominicana con haitianos, en México contra centroamericanos, en Argentina con paraguayos y bolivianos, etc. Como dice su propia canción, existe dentro de la américa latina “un pueblo sin piernas pero que camina” pero si examinamos ese “pueblo” con una lupa, veríamos que algunos han quedado más atrás en esa caminata colectiva debido al racismo. Por otro lado, hay quienes caminan, corren o “cogen pon” con facilidad por sus privilegios de clase y raza. Como latinoamericanos somos iguales en nuestra humanidad y profesamos querer unirnos, pero la sociedad colonial racista, clasista y heteropatriarcal nos diferencia de antemano. Nos crea vías alternas de vida irrefutables. Sin embargo, desde Chile hasta Cuba y desde Puerto Rico hasta México, el latinoamericanismo y los pronunciamientos de fraternidad nacional que le subyacen le han servido a las élites criollas blancas para desmentir la continuidad de privilegios blancos en cada uno de estos países.

Una forma de privilegio blanco masculino de la cual Residente recientemente sacó partida fue cuando él y su nuevo pana Bad Bunny se aparecieron de sorpresa en la Fortaleza a las dos de la mañana para procurar a Ricky Rosselló porque querían discutir con él la ola de violencia que arropa el país. Más tarde ese día se consumó dicha reunión.[4] La frescura de Residente rindió fruto y la Colectiva Feminista en Construcción gritó foul pues llevaban meses intentando reunirse con el gobernador para hablar sobre la alta incidencia de violencia de género que asecha al país.[5] Cabe mencionar que luego de esto, Residente manifestó su apoyo por la Colectiva e hizo un llamado a Rosselló para que se reunieran con ellas.[6] Días después, Rosselló cedió.[7]Finalmente se abrió el diálogo, pero vale preguntarse: ¿que tipo de respuesta pública hubiese provocado la osada movida de René y de Benito si hubiesen sido dos mujeres jóvenes artistas ejecutándola? ¿Les hubiese parecido igual de simpática la sorpresiva visita madrugadora a Ricky, o a su escolta de policías casi siempre postrados ahí con caras de enfogonaos? ¿Y si las dos fuesen negras, o supongamos dos raperos negros, les hubiesen abierto las puertas del palacio de gobierno de la misma manera?

Reconozco que el tema de la “blanquitud” entre boricuas es complicado y que quizás por eso lo evadimos pues es difícil articular fenómenos sociales complejos. También creo que lo evitamos porque en Puerto Rico nos acostumbramos a poner la sociabilidad por encima del individualismo. Nos sentimos apegados a esa intimidad imaginada nacional y rechazamos cualquier noción que la amenace. Por esto, caemos en la ignorancia colectiva cuando activamente evadimos hablar sobre los privilegios y las desventajas que algunos heredamos y otros no, dependiendo de nuestras identidades raciales (independientemente de que si los queramos o no ya a que no son fáciles de rechazar). Rutinariamente evadimos aceptar que en Puerto Rico, la clase hace que la raza duela más o arda menos, y de manera inversa, el grado de oscuridad de piel hace que la precariedad económica sea más probable y que lastime más. Esto se debe en gran parte a la continuación del racismo anti-negro interpersonal y cultural. También es fruto de patrones institucionales o de privilegios o desventajas heredadas, no genéticamente sino concernientes a beneficios materiales, abstractos o simbólicos que se pasan entre familias blancas o (casi)blancas que históricamente han tenido vidas más fáciles o como mínimo menos difíciles. Ejemplos de estos últimos serían el nivel de instrucción formal, la calidad y localización de la vivienda, o a el acceso a medioambientes no nocivos, o a dietas consistentemente saludables, o a atención médica regular. Estas son seguridades que familias más blancas desproporcionadamente han acumulado y guardado. Esto lo sabemos porque puertorriqueñxs negrxs o de tez oscura llevan denunciado a toda voz desde hace más de un siglo.[8] También son fenómenos que se han documentado a través del siglo XX y XXI.[9]

También debemos tomar en cuenta que la blanquitud entre boricuas es homóloga a la blanquitud Americana pero no es idéntica. Sin embargo, funcionan de maneras parecidas y parten de historias entrelazadas. Dada a la ausencia del one drop rule en Puerto Rico y debido también a la frecuencia del mestizaje entre boricuas, no hay una división tan clara entre “blancos” y “no blancos” en Puerto Rico versus en EEUU. Entre boricuas y en casi todo el resto de Latinoamérica, la blanquitud es una propiedad más graduada pero esto no quiere decir que sea inoperante. Sus bordes categóricos pueden ser más permeables. Sin embargo, comparada al whitenessestadounidense, la naturaleza más confusa de nuestra blanquitud hace que esta sea más traicionera. Al ser más difícil señalarla, también es más difícil oponerla.

A pesar de estas diferencias, al igual que el whiteness en Estados Unidos, la blanquitud boricua le otorga privilegios a personas de todo tipo de clase. Hay boricuas de clase media, trabajadora o hasta pobres que se benefician de ella sin darse cuenta. Otros tienen privilegios de blanco “de la loza” o como dirían popularmente “de blanquitos”. Este término usualmente designa a boricuas de tez clara e hijos de profesionales y/o propietarios cuyos ancestros acapararon amplias ventajas en la época colonial española que luego del 1898 defendieron tenazmente por medio del nepotismo y la discriminación a través del siglo XX y ahora el XXI. Sin entrar en digresiones históricas, me refiero a los que José Luis González llamó “el segundo piso” de Puerto Rico, las familias que llegaron como resultado de políticas públicas por parte de la corona española que incentivaban la inmigración de católicos blancos para que invirtieran y desarrollaran su economía, pero también para que ayudaran a “blanquear” a Cuba y a Puerto Rico y así reducir la preponderancia demográfica de las clases laborales marginadas y explotadas como manera de minimizar el riesgo de que se sublevaran como en la antigua colonia de Saint Domingue (luego Haití). También hay blanquitos boricuas con padres o abuelos blancos americanos que emigraron a la isla.

Existen privilegios de “blanquito” reservados para boricuas de clase alta en la isla y en la diáspora, y coincido en que no es justo aplicarle esa designación a alguien de clase media como Residente.[10] Sin embargo, eso no quiere decir que René Pérez no tiene privilegio blanco. La raza y clase entre boricuas a veces divergen en que hay personas de tez oscura con chavos como también hay personas blancas en la prángana, como también sucede en EEUU. Sin embargo, la blanquitud incrementa la probabilidad de que una boricua de la isla o la diáspora enfrente precariedad económica. Lo mismo pasa entre latinxs en EEUU. Salvo excepciones, el patrón prevaleciente tiende a hacer más probable que los latinos más blancos tengan más seguridad socioeconómica. En otras palabras, la clase está semi-racializada. En adición a esto, los boricuas o latinos (más) blancos disfrutan de ventajas simbólicos-culturales. Las heredamos aunque no las queramos, al igual que los hombres cis-género y especialmente hétero, disfrutamos de privilegios de género sin que los solicitemos. En fin, en Puerto Rico, la raza es más fluida que en EEUU, pero tampoco es líquida o inmaterial.

Y esto no quiere decir que el racismo anti-negro traumatiza irreversiblemente a las personas negras o inhibe su progreso. Tampoco queremos que nuestra radiografía de la supremacía blanca estructural nos lleve a reafirmar estereotipos patologizantes. En fin, cada persona es única. Hay quienes reciben racismo anti-negro interpersonal, institucional y estructural y logran hacer cosas maravillosas para sí mismas y para la sociedad. Nunca debemos descartar el potencial de una persona al tomar en cuenta las adversidades que ha afrentado. Las turbulencias de la vida pueden hacer a alguien más sabia y fuerte o también pueden aplastarle las aspiraciones; todo depende del individuo. En vez de perder el tiempo prediciendo el potencial de alguien por los obstáculos estructurales que tenga que sobrepasar, deberíamos utilizar la concientización sobre la existencia de privilegios traspasados entre generaciones para denunciar la injusticia de estas estructuras de poder. El que hayan boricuas o latinxs negrxs o de piel oscura que se tengan que fajar peca contra los principios de nuestra sociedad supuestamente meritocrática. Del mismo modo, el que algunos boricuas blancos tengamos que lidiar con menos por el hecho de que nuestros ancestros eran más evidente europeos contradice nuestras nociones profesadas de justicia.

No conozco a René Pérez y no me atrevo a apostar donde cae él dentro de estas intersecciones de privilegios estructurales. Estoy seguro de que es muy trabajador y que se ha ganado sus logros en parte con su sudor. Es un hecho aparente que Residente es blanco o (casi)blanco independientemente de lo que digan sus pruebas de ADN sobre sus ancestros, y no quiero abrir aquí esta otra caja de pandora pero cabe decir que una persona con ancestros negros no es negra si la sociedad no la reconoce así. Sabemos que su padre es un conocido abogado laboral, que su madre es una talentosa artista dramática y que la Urbanización el Conquistador donde se crió en Trujillo Alto no era de lujo pero sí llegó a ser de guardia de caseta. De ahí viene lo de “residente” y “visitante”. Podemos asumir que René y sus hermanos no eran blancos pobres. También entiendo que hizo la primaria y por lo menos parte de la secundaria en colegios privados, pero creo que no fueron colegios caros sino escuelas mayormente concurridas por niños de clase media en el área de Río Piedras y Hato Rey.

Tampoco descarto que en Trujillo Alto, un municipio pequeño donde hay barrios, caseríos, y urbanizaciones de todo tipo, René Pérez se expuso a una amplitud de vivencias. Cabe recordar que Puerto Rico es diferente a los EEUU en cuanto a cómo ha funcionado la raza a nivel geográfico. En un estudio realizado en el 2007 encontró que la segregación racial en la isla “es modesta comparada con la segregación residencial en los Estados Unidos.”[11] No quiere decir que no existe, pero es de menor grado. No dudemos que Residente de la Calle 13 entró en comunión sincera con personas de trasfondos diversos pero tampoco olvidemos que lo hizo cargando una “mochila invisible” de privilegios blancos.[12] Quizás el Residente nunca tuvo privilegios de blanquito de loza de mármol en esa mochila, pero definitivamente cargaba con ventajas de blanco de loseta de barro.

En lo que resta de este ensayo, quisiera desglosar algunas maneras en las cuales puertorriqueñxs de clase media, trabajadora o hasta pobres (casi)blancos llevan consigo un sinnúmero de privilegios en esa mochila invisible, tales como las siguientes:

  • Irrespectivo de clase, un boricua de fenotipo (más) blanco puede sentirse atractivo solamente por la arbitrariedad de tener unas facciones más parecidas a las de los paradigmas de la belleza grecoromana o renacentista europea, o a las facciones de los actores que aparecen en telenovelas latinoamericanas que reproducen el eurocentrismo estético y el racismo anti-negro y anti-indígena en sus libretos y en su casting.
  • Debido al prejuicio anti-negro que siempre ha permeado los medios visuales en Puerto Rico (ej. en la televisión, en la publicidad, etc.), esa persona puede identificarse más con las caras y cuerpos casi siempre blancos que supuestamente son “representativas” de la virtud, elegancia e importancia en el país.
  • Debido al monopolio de personas de tez clara en el mundo de la política, la abogacía, la profesión médica, la ingeniería y la contabilidad entre otras profesiones, una persona de tez clara tiene más facilidad de imaginarse que va a alcanzar a esas plataformas de clase media alta o clase alta si es de tez blanca. Lo mismo aplica a los próceres que nos enseñan a venerar en la escuela y que vemos en las estatuas en las plazas de los pueblos, o con énfasis eurocéntrico añadido, la efigie colosal y grotesca de Colón en Arecibo. Casi todos los estatuados son blancos y para colmo hombres.
  • Una persona de tez clara criada en Puerto Rico nunca ha estado expuesta a comediantes en la televisión abiertamente burlándose de personas negras con estereotipos deshumanizantes (ej., Diplo, Purilo el Colorao, Chianita la Negra).
  • Una persona de tez clara en Puerto Rico no ha tenido que enfrentar situaciones en las que otros boricuas, especialmente personas con autoridad, la confunden con inmigrantes supuestamente “más negros” difamados por la xenofobia racista. No sería un deshonor que confundan a uno con personas de otras nacionalidades antillanas pero indudablemente constituye una agresión si la equivocación viene cargada de desprecio.

Hasta ahora, he desglosado algunos privilegios simbólicos que pueden parecer triviales pero que tienen efectos trascendentes, particularmente a un nivel psíquico. También hay privilegios materiales que incrementan la probabilidad que una boricua blanca tenga más estabilidad y seguridad:

  • Si los ancestros de una persona blanca en Puerto Rico intentaron perseguir una educación formal más allá de la escuela pública, era más probable que lo lograran en comparación con una boricua negra o de tez oscura debido a la discriminación en estas instituciones. Conocemos que en la UPR, por ejemplo, hubo suficiente racismo como para que a mediados del siglo XX, promulgaran reglamentos internos que prohibían la discriminación racial en la universidad. También en esa época, aparte de que esta máxima institución educativa era sumamente eurocéntrica e hispanófila en sus currículos, la mayoría de sus docentes, administradores, y estudiantes eran de tez clara así que una persona negra o (casi)negra se hubiese sentido asediada en ese mundo. Y no estoy hablando de personas que estudiaron para ser médicos, sino también las que estudiaron carreras de clase media y clase media baja (ej. maestras, enfermeros). No se hicieron ricas pero sí le sacaron a la universidad títulos que les permitió traspasarle a sus hijas y nietas el capital duro y también el capital cultural que permitió que sus descendientes se quedaran en la clase media. Y que quede claro que no estoy diciendo que no hay discriminación racial en la UPR o en otras universidades privadas hoy día. Tampoco estoy implicando que en el siglo XX temprano había que ser blanco para hacerse profesional. Claramente siempre han existido personas de todos los trasfondos de clase o raza que conquistan grandes desafíos para aportar a la sociedad y lograr la seguridad socioeconómica. De igual manera, Puerto Rico siempre ha sido una sociedad sumamente sexista pero hay mujeres que lo han logrado todo por su esmero y su talento a pesar de tener que nadar contra las corrientes bravas del machismo.
  • El racismo anti-negro y xenofóbico contemporáneo en las escuelas primarias y secundarias en la isla ha sido documentado anecdóticamente y académicamente. Sería lógico pensar que existió a través del Siglo XX. Una persona blanca joven en Puerto Rico probablemente evadió ser discriminada por maestras, principales, psicólogas escolares o trabajadores sociales. Y no olvidemos que este tipo de discriminación institucional tiende a ser implícita. Es muy posible que los que lo cometen ni se dan cuenta que lo hacen, pero la suma pesa.
  • También en el Puerto Rico del siglo XX, una persona de tez blanca tenía más oportunidades de conseguir empleo debido a la discriminación anti-negra laboral cuya existencia ha sido documentada en diferentes épocas incluyendo en el siglo XXI. Por eso en parte se firmaron leyes que prohibían la discriminación burda y documentable (de jure). Claro está, la discriminación más sutil (de facto) sobrevivió esas intervenciones legislativas. Recientemente, el Centro de Información Censal (CIC) de la UPR Cayey publicó un estudio el cual afirma que en el Puerto Rico contemporáneo una persona negra tiene más probabilidades de estar desempleada y de no tener seguro médico comparada a una persona blanca (la probabilidad varía dependiendo del municipio).[13] Una persona ignorante pensaría que esto se debe a que las personas negras o más negras son inferiores. Una persona conocedora de biología humana y de ciencias sociales sabe que eso es imposible a un nivel biológico o hasta cultural y que estas discrepancias se deben en gran parte a la discriminación de facto y a discrepancias de privilegios estructurales.
  • Debido al racismo laboral, a través del siglo XX y hasta hoy día, una persona blanca o de tez más clara tuvo más probabilidades de estar empleada consistentemente o de ascender puestos. Por ende, tuvo más oportunidades de adquirir alguna base de estabilidad económica que quizás le permitió dejarle alguna herencia a sus posibles hijas o nietas. El hecho de que personas no blancas y especialmente negras tuvieron menos probabilidad de seguridad laboral por su color y por ende tuvieron menos oportunidades de regalarle capital duro y educativo a su posteridad es una injusticia extremadamente consecuente.
  • Si a un muchacho de Trujillo Alto lo acusaran de un crimen en Puerto Rico, es muy posible que los fiscales, o los jurados, o los jueces lo hubieran tratado con menos severidad por su color ya a que todos hemos sido socializados a creer a un nivel subconsciente que los hombres oscuros tienen más potencial de peligro y que los hombres más claros, especialmente los blanquitos, son inmunes a la malicia.

Debo reconocer que este desglose incompleto de privilegios blancos entre boricuas no responde directamente a lo que Residente manifestó en sus controversiales tweets. Recordemos que afirmó que no se debería alegar que existe privilegio blanco entre latinos en los EEUU. ¿Supondrá René Pérez entonces que entre latinxs viviendo en EEUU no habrá racismo interno en nuestras comunidades traído de nuestros países originarios? ¿Acaso los boricuas (o Cubanxs, o Dominicanxs, o Mexicanxs, o Argentinxs) mágicamente se convierten en “no racistas” cuando emigran a los EEUU?

El racismo entre boricuas y latinxs en EEUU es innegable. Además existe un racismo exógeno americano que se mezcla con nuestro racismo intra-latinx. Esa amalgama amplía los diferenciales de privilegio y desafío de cada individuo latinx a nivel interpersonal, institucional y estructural dependiendo de las intersecciones su raza, clase, género, sexualidad, estatus migratorio, etc. Por ejemplo:

  • Si alguien como René Pérez Joglar puede evitar que la policía en los EEUU le tenga los ojos clavados sencillamente por su color, tiene un privilegio que otrxs latinxs más oscuros no tienen. Y lo de su acento no aplica porque por los menos hasta ahora, los policías americanos no tienen oídos supersónicos. Y si los guardias en el edificio de Residente lo discriminaron, yo le preguntaría: ¿le hubiese pasado lo mismo si se hubiese vestido con otra ropa? Y no estoy diciendo que la discriminación por moda está bien. Claramente es injusta y usualmente surge de la racialización de ciertos estilos. Sin embargo, hay bastantes videos por ahí de negros americanos siendo confrontados por personas blancas en sus lugares de residencia, y esto incluye hasta a afroamericanos de clase media o media alta con la misma ropa que usarían yuppies. Si un boricua blanco en EEUU puede evitar que lo discriminen al modificar su ropa, posee unos poderes camaleónicos que personas no blancas, incluyendo latinxs no blancos, no poseen.
  • Si a un muchacho de Trujillo lo pasan por el triturador del sistema de justicia criminal en EEUU, le va a ir mejor con policías, fiscales, jueces y jurados si es de tez clara. Si es un boricua negro, se las va a ver peor.
  • Si un latino blanco no teme que los policías le vayan a pegar un tiro por su color, tiene más ventajas que la mayoría de la gente afroamericana, afrolatina, africana o indígena americana en EEUU. Sin importar su nivel socioeconómico, estos tienen más incidencia de ser baleados, apaliados o sencillamente interceptados por “la jara” acá.
  • Si un latino blanco también puede evitar que cuestionen su habilidad de pagar comidas en restaurantes o mercancías en tiendas, está mejor que afroamericanos o afrolatinos de clase media alta o alta que batallan con ese tipo de discriminación regularmente en los EEUU.
  • Imagínense una mujer o un hombre boricua o latino blanco se muda a Hollywood para perseguir una carrera en actuación. ¿No creen que tendría más suerte en los castings si su tez fuera blanca? ¿No creen que le limitarían los papeles si su piel fuera más oscura, como le ha pasado a tantos actores de calidad afro-latinxs en EEUU?

Claramente hay privilegios que poseen los blancos americanos que latinxs de todos los colores rara vez disfrutan. Por ejemplo: el poder hablar en tu lengua materna sin que te estén discriminado, o el poder estar en un lugar en los Estados Unidos y sentirte rodeado de personas desconocidas con quienes te identificas. A menos que esté uno en un vecindario latinx, no se va a sentir así. Al contrario, todxs los latinxs acá vivimos con la paranoia de que los no-latinxs que nos rodean se sienten incómodos al estar a nuestro lado porque nos ven como extranjeros, o que nos objetifican, o nos fetichizan, o nos odian y nos quieren sacar del país. Yo soy un “cano” puertorriqueño y me han llamado spick y wetback par de veces acá en la diáspora por ser un bocón con acento, pero me ha ido menos mal que a amigxs latinxs más oscuros. No podemos negar que la xenofobia anti-latina está “colorizada”, o sea que afecta más a los que nos asemejamos al perfil del inmigrante latino dizque intruso y peligroso que en las mentes de xenófobos americanos es una persona de tez oscura.

Por todas estas razones, sorprende que alguien con tanto mundo como Residente haya resistido admitir que la blanquitud latina existe tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos. Quizás es porque su sensibilidad al colonialismo puertorriqueño le ha hecho sentir que somos una masa indistinguible de “hijos del cañaveral”, como si todos hubiésemos tenido que cortar caña de la misma manera. No debemos olvidar que la razón por la cual nuestra querida Borikén es la colonia más antigua del mundo es no solo porque nos imponen esa condición desde afuera, sino también porque hace siglos aprendimos a auto-colonizamos individualmente y mutuamente. Me refiero a la manera en la cual emulamos y hasta reproducimos la colonialidad del poder en nuestras relaciones interpersonales y sociales. Es como una muñeca rusa: cuando abrimos la muñeca grande del estatus colonial, que es la que siempre ha tratado de quebrar la izquierda boricua ortodoxamente marxista o nacionalista, encontramos una compleja maraña de relaciones escondidas de poder internas que emulan el colonialismo exterior. Tradicionalmente, los anti-colonialismos boricuas han denunciado la muñeca exterior, pero rara vez la han querido abrir. Nos cuesta confrontar el laberinto de relaciones de poder que existen dentro de esa efigie representativa de la nación. Es más fácil fingir que nuestro mundo es un melodrama entre inocentes subalternos coloniales por un lado y gringos imperialistas por el otro. No nos queremos sentir implicados, pero si no desempacamos y desarmamos nuestra colonialidad interna e individual, muy bien podríamos estar en este rollo por cinco siglos más.

Para concluir, le pedimos a Residente que continúe el diálogo sobre este tema que involuntariamente desencadenó en su cuenta de Twitter. Como él probablemente sabe, en Puerto Rico hay un movimiento anti-racista liderado por afropuertorriqueñxs cada día más visible. Muchas de las activistas de la Colectiva Feminista en Construcción con quien se solidarizó recientemente batallan en ese movimiento.[14] También existen otras agrupaciones como el Colectivo Ilé, el Congreso de Afrodescendencia en Puerto Rico, o la fabulosa Revista Étnica cuyo primer ejemplar contiene un directorio de puertorriqueñxs negrxs y no negrxs aliadxs que trabajan arduamente para visibilizar las vivencias de lxs afropuertorriqueñxs o que también luchan contra el racismo en todas sus facetas.[15]No quisiera quitarle atención a esas luchadoras, pero sí pienso que es necesario que boricuas blancos denuncien la continuación de nuestros privilegios injustificados y que nos comprometamos a borrarlos de una vez por todas.

Le recomiendo a Residente que se junte con Bad Bunny (quién no metió la pata con este tema y por eso no lo tiré al medio aquí) y que continúen dialogando con las agrupaciones que acabo de mencionar. Y en realidad no debería ser obligación de ellas llegar donde Residente, sino que él haga la travesía a la inversa. Lo exhortamos a que salga de las experiencias invisibles de privilegio blanco dentro de las cuales ha residido y que se dirija hacia las personas que lo pueden reclutar para que sea cómplice fiable de los movimientos antirracistas puertorriqueños y latinxs.

* * *

En fin, el hablar sobre raza y racismo en Puerto Rico no arremete contra la unión nacional. Tampoco es una importación “gringa” como alega esa excusa ya tan trillada. No temamos de que nuestra resistencia anti-colonial se deshabilite al poner las cartas de nuestros racismos endógenos sobre la mesa. Ese cuco siempre ha servido para frustrar el anti-racismo entre boricuas y entre latinoamericanos donde quiera. No nos inhibe como cuerpo político el nombrar y confrontar todo lo aquí expuesto. Al contrario: nos puede hacer más cohesionados y consecuentes. También nos permite armar solidaridades más efectivas con otros subalternos raciales dentro de la metrópoli colonial y de este modo, desmantelar el imperio desde adentro hacia afuera. De la misma manera, nosotros los hombres debemos señalar y desarmar el heteropatriarcado y sus intersecciones con el racismo, el colonialismo, el neoliberalismo, etc. El apoyar estas causas no quiere decir que no vamos a querer hanguiar más, o que no nos vamos a desear y/o querer ya. Al contrario: mientras más hagamos frente a estos ejes de poder, mejor nos entenderemos, con más fuerza nos amaremos y más lejos caminaremos juntxs.

Gracias a lxs que generosamente leyeron borradores de este ensayo y que me hicieron críticas constructivas: MS, ACB, PCB, WG y JPS.

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Referencias

[1] “A Solas Con… Residente | Entrevista.” UMO TV. 28-dic-18. https://umomag.com/umotv/entrevistas-umotv/a-solas-con-residente/

[2] “Residente le tiró a Kendrick Lamar, “This Is America” y a todo el rap gringo.” Noisey. 3-ene-19. https://noisey.vice.com/es/article/wj33dx/residente-kendrick-lamar-this-is-america-rap-gringo?utm_source=stylizedembed_noisey.vice.com&utm_campaign=zmddq3&site=noisey

[3] Cembrano, Santiago. “Carta Abierta al Residente.” Noisey. 4-ene-19. https://noisey.vice.com/es/article/zmddq3/carta-abierta-a-residente?utm_source=noiseytwes

[4] “Bad Bunny y Residente se reúnen con el Gobernador.” Noticel. 11-ene-19. https://www.noticel.com/ahora/gobierno/bad-bunny-y-residente-se-reunen-con-el-gobernador/973205623

[5] Rodrgíguez Caraballo, Harry. “Feministas le tiran a Rosselló por recibir a Residente y Bad Bunny en Fortaleza.” Metro.pr. 11-ene-19. https://www.metro.pr/pr/noticias/2019/01/11/feministas-le-tiran-a-rossello-por-recibir-a-residente-y-bad-bunny-en-fortaleza.html

[6] “Residente se muestra solidario con la Colectiva Feminista.” Noticel. 12-ene-19. https://www.noticel.com/pop-/musica/residente-se-muestra-solidario-con-la-colectiva-feminista/973995896

[7] “Rosselló recibe en La Fortaleza los reclamos de la Colectiva Feminista.” elnuevodia.com14-ene-19. https://www.elnuevodia.com/noticias/locales/nota/rossellorecibeenlafortalezalosreclamosdelacolectivafeminista-2470733/

[8] Vean por ejemplo los escritos de Tomás Carrión Maduro y Luis Felipe Dessus de las primeras dos décadas del siglo XX. Para más información, vean: Fusté, José I (2017). “Unsettling Citizenship/Circumventing Sovereignty: 2014 Reexamining the Quandaries of Contemporary Anti-Colonialism in the US
Through Black Puerto Rican Anti-Racist Thought.” American Quarterly, 65:4,
161-169. Lo pueden descargar gratis aquí: josefuste.com.

[9] Ver por ejemplo este estudio reciente: Lloréns, Hilda, Isar Godreau, C.G. García Quijano (2017). “Racismo en Puerto Rico: Surveying perceptions of racism.” Centro Journal 29(3):154-183. Se puede descargar gratis aquí: https://www.researchgate.net/publication/323277955_Racismo_en_Puerto_Rico_Surveying_perceptions_of_racism. En adición a estos autores, hay una lista extensa de investigadores y/o activistas intelectuales quienes han desmenuzado el tema de racismo anti-negro entre boricuas (en la isla y en la diáspora) de múltiples maneras. Esta lista (que seguramente omite personas importantes) incluye por orden alfabético): Barbara Abadía Rexach, Carlos Álamo Pastrana, Gloriann Sacha Antonetty, Laura Briggs, José Caraballo Cueto, Antonio Carmona Báez, Ana Castillo Muñoz, Yvonne Denis, Zire Dinzey, Jorge Duany, Eileen Findlay, Juan Flores, William García, Miriam Jiménez Román, Marisol Lebrón, Ángel Quintero Rivera, Yeidy M. Rivero, María Reinat Pumarejo, Marie Ramos Rosado, Aymée Rivera Pérez, Petra Rivera Rideau, Ileana Rodríguez Silva, Kelvin Santiago Valles, Mayra Santos Febres, Arlene Torres y Alan West Durán.

[10] http://reggaetonica.blogspot.com/2006/08/will-real-blanquitos-pleas_115637030500548739.html

[11] Denton, Nancy A., Jacqueline Villarubia (2007). “Residential Segregation on the Island: The Role of Race and Class in Puerto Rican Neighborhoods.” Nancy A. Denton Jacqueline Villarrubia. Sociological Forum 22:1. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1573-7861.2006.00004.x

[12] Tomo este término prestado del ensayo escrito en el 1989 por Peggy McIntosh. Ver: “White Privilege: Unpacking the Invisible Knapsack.” https://www.racialequitytools.org/resourcefiles/mcintosh.pdf

[13] Dalmau, Luis. “Persiste discriminación contra los negros en PR.” El Nacional, 15-ene-2017. https://elnacional.com.do/persiste-discriminacion-contra-los-negros-en-pr/

[14] https://www.facebook.com/Colectiva.Feminista.PR/

[15] https://colectivo-ile.orghttps://www.facebook.com/congresoafropr/https://www.revistaetnica.com

 

 

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