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GITANAS, MUSULMANAS Y NEGRAS CONTRA EL RACISMO Y EL FEMINISMO COLONIAL

Alkalima
GITANAS, MUSULMANAS Y NEGRAS CONTRA EL RACISMO Y EL FEMINISMO COLONIAL

La lucha de las mujeres racializadas en un contexto euroblanco no es únicamente una lucha de género contra el machismo pues, además de combatir el patriarcado, deben hacer frente a una serie de estereotipos y prejuicios sobre ellas que, a menudo, proceden del propio movimiento feminista hegemónico. La lucha de las mujeres feministas racializadas es también la lucha contra el racismo y la lucha por recuperar los espacios usurpados por el feminismo colonial.

Entrevistamos a tres activistas feministas: una gitana, una musulmana y una negra.  

Antonia Reyes Rodríguez es diplomada en Trabajo Social y activista de la asociación “Gitanas Feministas por la Diversidad” a nivel nacional. También es representante y responsable de desarrollar “Gitanas Feministas” en la provincia de Granada.

Soraya es estudiante de Magisterio, feminista islámica y activista en redes sociales.

Siham Aater es profesora de Educación Secundaria y Bachillerato, mediadora escolar e intercultural, feminista negra e islámica y miembra de Red Musulmanas

Salam. Negra, gitana y musulmana: las tres sabéis perfectamente lo que es el racismo, el antigitanismo y la islamofobia respectivamente, las tres sabéis lo que significa formar parte de la otredad. ¿Cuáles son los prejuicios más comunes que recaen sobre vosotras?

Antonia: Las mujeres gitanas llevamos la etiqueta de sumisas, analfabetas, sin ningún tipo de inquietud profesional, y solo servimos para casarnos, procrear,  cuidar del hogar y del resto de la familia.

Gracias a programas racistas y denigrantes, cuyos nombres no voy a citar, se ha extendido una imagen de la mujer gitana “folklórica/florero”. Somos los bufones del reino desde hace siglos.

Las mujeres gitanas solo podemos encajar en estas categorías: delincuente, folklórica/florero y cebo para ganar votos de gitanos cuando se acercan las elecciones.

Estos prejuicios sobre nosotras se traducen en barreras para acceder a recursos básicos como empleo, vivienda, educación, etc.

Soraya: Normalmente la gente piensa que todo lo que hago lo hago obligado por un señor barbudo y maligno, es decir, mi padre o el marido y hermano que no tengo.

Llevo hiyab y si lo llevo es porque según la población islamófoba me obligan, a pesar de que, en verdad, la única que sabía que me lo iba a poner era mi madre y que mi padre alguna vez me ha mencionado que me lo quite si pasa alguna cosa mala. La gente también tiende a pensar que no tengo permitido estudiar, aunque vaya todos los días a la universidad, trabajar o hacer vida social. En el caso del trabajo a mi mejor amiga, que trabaja en una residencia, sus compañeras de trabajo le han llegado a preguntar si tenía prohibido trabajar, mientras estaba trabajando…

La gente piensa que todas las mujeres musulmanas somos iguales, nos quitan toda la humanidad, a los ojos del islamófobo ni sentimos ni padecemos, no tenemos gustos, aficiones, ni preferencias y, por supuesto, carecemos de cualquier tipo de personalidad.

Siham: Soy mujer, negra, musulmana y feminista. Y soy española. La mezcla perfecta para ser el objetivo de un cúmulo de prejuicios. Muchas son las situaciones vividas de racismo, de discriminación y, a veces, hasta de rechazo. En cuanto te ve la gente hablar un perfecto castellano, se sorprenden y te preguntan por qué hablas un perfecto español, y tú con toda normalidad respondes “porque lo estudié en la universidad”. Pues la cara de la persona es de sorpresa, asombro. A veces ni te creen, parece que piensen “anda, si además has estudiado…”. El primer prejuicio al cual nos enfrentamos es que nos tachan de ignorantes. La forma de llegar a España para la gente es en una patera o debajo de un camión, siempre es de forma ilegal.  He recibido insultos como “vete a tu país”, “negra de mierda”, “mora”…

¿Creéis que esos mismos prejuicios racistas recaen sobre los hombres negros, musulmanes y gitanos en la misma medida que lo hacen sobre vosotras?

Antonia: Existen estereotipos que compartimos tanto gitanas como gitanos: sucios, vagos, delincuentes y sin honestidad. Pero por ser mujeres nosotras tenemos una significación mucho más negativa, ya que se nos agregan los prejuicios derivados de los roles de género, al igual que el resto de mujeres. Nuestro yugo es mucho mayor. En cuanto te sales de la norma impuesta por estos estereotipos, la sociedad mayoritaria te obliga  volver a ellos, posicionándote en un callejón sin salida, porque pesa más tu pertenencia étnica que todos tus méritos personales, profesionales, académicos, etc.

Soraya: Creo que sobre los hombres musulmanes no caen los mismos prejuicios que sobre nosotras, sino que los prejuicios que hay sobre los hombres musulmanes son los que provocan los prejuicios sobre las mujeres musulmanas. El estereotipo de hombre musulmán es el de hombre barbudo, violento, insensible, sin educación, entre 30-40 años que tiene varias mujeres y que abusa, maltrata y controla a las mujeres de su entorno. Los prejuicios sobre los hombres musulmanes alimentan los prejuicios hacia las mujeres musulmanas y viceversa.

Siham: Creo que, en mi caso personal, los hombres musulmanes de raza negra sufren muchos prejuicios, pero nosotras, al ser mujeres, los sufrimos en mayor medida.

¿Podéis contar alguna situación racista que hayáis sufrido y queráis denunciar?

Antonia: Como mujer gitana invisible, ya que no cumplo con la “fisonomía” que según la sociedad mayoritaria debe cumplir una persona gitana, tengo que aguantar comentarios y chistes de quienes esperan estar hablando con una aliada.

Desde “los gitanos están así porque quieren” o “viven de ayudas sociales”, pasando por “prefieren delinquir a trabajar”. Pero cuando les sueltas en la cara “perdona, soy gitana”, reculan y quieren justificar esas palabras que acaban de decirte con un “pero tú no eres gitana de verdad”.

Entonces es cuando intentas ser tolerante ante la ignorancia, sacas tu manual de “Pedagogía para romafóbicos/as” y empiezas con la clase. Puedo decir con seguridad que no logro convencerles. Se reafirman en casos aislados o en noticias sesgadas.

Soy consciente de que soy privilegiada y no he sufrido el racismo directo como otros familiares, que por ser morenos y vivir en zonas concretas no encuentran trabajo o no consiguen alquilar una vivienda.

Pero una vez eres racializada te hacen el traje a su medida, por ejemplo en entornos laborales y académicos. Entonces te sitúan por debajo de ellos y se sienten con la obligación de vigilar cada movimiento, actuación o palabra de la “gitana”, para reafirmarse en su racismo a ti.

 En una manifestación contra las violencias machistas, al verme con la bandera gitana, una persona de un partido político muy de izquierdas me dijo que le cantara. Y la última fue en la oficina del INEM cuando fui a inscribirme y vieron en mi CV que pertenecía a la asociación “Gitanas Feministas”.  Me dijeron: “¡Qué raro! ¿Gitana y feminista? ¿Eso es  posible?”.

Soraya: Sí, el primer día de mi primer año de universidad un profesor me echó de clase y me dijo que no era bienvenida en su aula por mi pañuelo. Aparte de esto, cuando aún no llevaba hiyab tuve que aguantar todo el discurso antirreligioso/musulmán de mi profesor de Filosofía en Bachillerato.

Siham: Una única situación no, pues las sufro a diario. Me ha pasado de todo: cuando vas a una agencia para alquilar un piso y te dicen que no hay piso porque “sabemos que os vais a meter muchos, como de costumbre, en el mismo piso”. Cuando vas a buscar trabajo y te ofrecen trabajo de limpieza, de cuidadora y te dicen que no hace falta que pongas tantos estudios en tu CV. Cuando hablas por teléfono  con el dueño o la dueña del piso a  alquilar y te dice que el piso está disponible, pero cuando te ve en persona te dice “acabo de alquilarlo ahora mismo y no me dio tiempo a avisarte”. Cuando te ve un hombre por la calle y te pregunta cuánto cobras por tus servicios. Con compañeros y compañeras de trabajo que, en cuanto hablas de la religión, se te echan encima para convencerte de que el pañuelo es una cárcel para la libertad de las mujeres y que no me lo ponga siempre.  Cuando viene algún comercial a casa y le abres la puerta y te pregunta por la dueña. La frase tipo “qué guapa eres” (ocultando la frase siguiente “para ser negra sí que eres guapa…”) y paro ya porque si no, no termino.

¿Creéis que el racismo, antigitanismo e islamofobia son cosa de la derecha únicamente?

Antonia: Para nada, pero la decepción es mayor cuando viene de la izquierda porque supuestamente defienden los derechos humanos y la igualdad. De hecho, creo que la izquierda debe plantearse urgentemente el deconstruir sus prejuicios y desconfianzas hacia nosotros los gitanos. Te invitan a sus reuniones donde eres la atracción del momento, te piden opinión, pero a la hora de trabajar en igualdad de condiciones no son capaces de  deslizarse de sus privilegios.

Creo que ahora mismo no hay ningún partido, no importa el color ni la bandera, que esté siendo justo con la comunidad gitana. La tónica es el paternalismo y el asistencialismo. Y en Andalucía, que es lo que conozco, puedo hablar de clientelismo. Nuestros votos les salen muy baratos.

Personalmente, es una batalla que no voy a abandonar porque me duele y me revuelve las entrañas ver cómo se lleva instrumentalizando a mi pueblo como chivo expiatorio de todos los males existentes y, a la vez, muchas de nosotras y nosotros hemos asumido que los “payos” tienen razón. La profecía autocumplida.

La clase política es la culpable de nuestra situación y ya es hora de que pidan disculpas públicamente por sus prácticas antidemocráticas.

Soraya: No, en absoluto. Por desgracia conozco a mucha gente “de izquierdas” que incluso se jacta de ser antifascista y que sin ningún problema a la mínima saca el argumento del “moro machista” y hace “bromas” sobre terrorismo con claros prejuicios islamófobos.

Siham: Pues creo que el racismo se aprende y no depende de que seas de derechas o de izquierdas. Las actitudes racistas son de las personas, indiferentemente del color político.

 El racismo es institucional en el Estado español, sin embargo muchas personas niegan que esto sea así. ¿Algún ejemplo de ello?

Antonia: Donde hay racismo es porque durante siglos se lleva haciendo un adoctrinamiento en este sentido, a través de los líderes políticos y las instituciones que dominan. Desde mi perspectiva, la vertiente institucional del racismo es inherente al mismo. Sin embargo, es necesario nombrarlo para visibilizarlo y combatirlo.

Podemos seguir hablando de medidas asistencialistas y caritativas como única estrategia para la mejora de la situación de nuestra comunidad, con un trasfondo de “compra de voluntades” y, por supuesto, segregación en barrios y escuelas.

Pero el objetivo último del racismo institucional contra el pueblo gitano es la negación de la influencia de la cultura gitana y el borrado automático de nuestras huellas en la historia, tanto de España como de Europa.

No se habla de  las Pragmáticas Antigitanas, ni de la Gran Redada, ni del Holocausto Gitano o Porrajmos en los libros de texto. No se habla de la Ley de Vagos y Maleantes, de donde resultan muchas de las etiquetas que seguimos llevando marcadas a fuego. Si no se reconoce oficialmente que somos igual de españoles que cualquier otro, básicamente porque estábamos en la Península Ibérica antes de que se conformara España como tal, seguiremos estando condenados al ostracismo.

Es indispensable que se repare el daño, que se reconozca la persecución de nuestro pueblo y que las instituciones se disculpen, como sí han hecho con la comunidad judía. Si se ha decidido pedir perdón por expulsar a la comunidad judía, ¿por qué no por la expulsión de la comunidad gitana?

Soraya: La prácticamente nula representación de cualquier colectivo que no sea blanco en el Gobierno es un signo claro de esto, sobre todo cuando la población española actualmente es muy diversa y esta población diversa está más que capacitada para formar parte de las instituciones.

Además de que desde las instituciones muchísimas veces se nos ningunea o desprecia por no ser blancas o no ser la típica española.

Siham: La mujer negra  y, además, musulmana en la sociedad donde vivimos –España– siempre ha sido invisible, un personaje estereotipado cuya vida e historia no han sido ni serían interesantes para contar. La actitud hacia ella es para salvarla y civilizarla. Salvarla de esa cultura que la maltrata y que la humilla.  Yo doy cursos y charlas sobre diferentes temas y sobre la enseñanza del francés como lengua extranjera y cuando hablamos del tema de islam, te dicen que tú no pareces  musulmana, o frases como “es que tú no eres como ellas” o “es que tú eres muy moderna…”. 

¿Cómo es el tratamiento de la “mujer negra, gitana o musulmana” en los medios de comunicación? ¿Son hombres y mujeres tratados de la misma manera? ¿Y en la televisión o cine?

Antonia: Los programas de televisión nos muestran a la sociedad como bufones y seres grotescos que apenas pueden reflexionar y que no saben ni expresarse. Proyectan una imagen sesgada de la mujer gitana, como artificial y superficial, siempre bien maquillada y vestida de gala, preparada para una fiesta. Somos un objeto en manos de los hombres gitanos, que son proyectados como más machistas que el resto de hombres. Si fuera así, no habría más gitanas que gitanos estudiando en las universidades.

En el caso del cine, se juega mucho más con la imagen de mujer gitana sumisa, maltratada sistemáticamente y que necesita ser salvada, o como  un ser dañino, malvado y que engaña. El hombre gitano que aparece suele ser representado como un agresivo traficante de drogas, delincuente y/o mafioso.

Soraya: Como he dicho al principio, los prejuicios no son los mismos, unos son productos de otro y viceversa. Por lo general, hablando en términos televisivos a los hombres y mujeres musulmanas nunca se nos tiene en cuenta, les encanta hablar de nosotros, pero por supuesto sin nosotros, hablar sobre nuestras vidas (de forma monolítica y homogénea) haciendo del sufrimiento de personas reales un arma para alimentar prejuicios que harán sufrir a otras personas, da audiencias altas, no hay ningún interés en darnos voz, porque si se hiciese confío en que muchos de esos prejuicios se romperían.

En la televisión y en el cine es más de lo mismo: si no somos los terroristas de la peli, somos las maltratadas o el maltratador y con mucha suerte el mínimo delito que cometemos es vender droga, pero una cosa de la que me he dado cuenta con el tiempo es de que este patrón tiende a cambiar: cuando el personaje musulmán deja sus prácticas religiosas a un lado (como por ejemplo cuando bebe, sale de fiesta y no está muy convencido de su religión o se pasa todo por el forro) se le humaniza un poco más y se le presenta un poco como más persona, pero solo un poco.

Hay excepciones contadas como en Quantico o Skam (personalmente, la representación musulmana que hay en Skam es mi favorita).

Siham: En el cine la mujer negra o musulmana siempre es una mujer prostituta, trabajadora de limpieza, esclava, cuidadora, inmigrante. La imagen en el cine suele ser de una mujer sin estudios, con un nivel bajo de autoestima y siempre bajo las órdenes de un hombre. Es una imagen que perpetúa la violencia hacia la mujer negra y musulmana.

En el cartel de la película Palmeras en la nieve, la imagen que sale es de una mujer “mulata” semidesnuda, fuerte, esclava, triste y, a la vez, sensual. Una imagen con muchas contradicciones pero con la que el imaginario colectivo se identifica.

En la serie El príncipe la mujer está rodeada por cuatro hombres, ella viste un pañuelo en la cabeza y ellos ropa moderna y son muy guapos. Pero sus facciones son duras como la de todos los “machos musulmanes protectores del harem”.

En la publicidad los alisados de pelo afro han nacido para asemejarse a la raza blanca. A los negros siempre se nos ha dicho que el pelo afro es malo y que hay que “domarlo”. ¿Cómo? Pues alisándolo. La publicidad de mujeres negras con el pelo liso es dañina para la formación de la identidad africana, del pelo afro. Hace poco dejé mi pelo natural (después de varios años de alisados y de maltratos a mi pelo), muchos de mis parientes cercanos dicen que ese fue mi primer despertar, para ellos ya no soy una mujer dócil con el pelo aplacado como todas las “buenas mujeres”.

Estos días al lado de mi casa he visto un cartel de una tienda erótica. ¿A que os imagináis cómo es la imagen de la mujer que sale? Es una mujer “mulata”, pelo afro, con una cara erótica y la publicidad dice “Hoy voy a ser malota”.

El día que me pongo mi pañuelo en la cabeza es un día de miradas en mi centro de trabajo, empezando por mis alumnos o mis compañeros…  y empiezas a oír esas frases como “qué exótica vienes hoy”, “ te has convertido en terrorista”, “llevas la bomba debajo de la cabeza”, “Allah akbar”.

 Las tres sois feministas. ¿Qué obstáculos os encontráis como mujeres feministas racializadas?

Antonia: Cada vez tenemos más aliadas del movimiento feminista payo, pero en general, cuando nos introducimos por primera vez en sus espacios de discusión y de participación, ellas piensan que hemos negado nuestra identidad, que renegamos de nuestra gitaneidad para  así “abrazar” el feminismo blanco occidental. Piensan que vamos a decirles que nuestros hombres nos oprimen y que queremos que ellas nos salven. Y no es así. Luchamos por la igualdad de toda nuestra comunidad y los debates internos en cuanto a discriminación por cuestiones de género se están produciendo, pero sin que se violente nuestra identidad y respetando nuestros tiempos y nuestros códigos. Muchas feministas blancas creen que debemos hacer el mismo camino que el suyo, pero cada contexto cultural genera distintas formas de resistencia y como gitanas no nos sirven las suyas. Debemos encontrar las nuestras, y en ello estamos trabajando tanto gitanas como gitanos.

Siham: En cuanto hablas del feminismo islámico, la actitud de las feministas occidentales es el rechazo total. Para ellas la religión es incompatible con el feminismo. Y para muchas de ellas el feminismo negro es una cosa de la cual no saben nada o de la que tienen un desconocimiento total.

La frase más usada: “Yo respecto todas las tendencias y todas las culturas, pero la tuya es un poco machista, ¿no? Denigra a las mujeres y eso no lo digo yo, lo sabe y lo dice todo el mundo” con la muletilla “con todo el respecto del mundo”.

El primer problema es decir que eres feminista. Porque según ellas, viniendo de una “cultura tan machista como  la árabo-musulmana o africana” no es aceptable que seas feminista y, además, seguidora del feminismo islámico. La muletilla “hay que adaptarse a la cultura de aquí” es una frase que te sabes de memoria, como la de “donde fueres, haz lo que vieres”, que quiere decir que el feminismo islámico es “cosa de tu país de origen y no intentes convencernos de ello”. Aquí el feminismo es “europeo, blanco”, si os gusta, bien, y si no, es lo que hay, que ya tenemos suficiente con nuestra lucha como para sumarnos a otras…

A menudo las feministas hegemónicas no entienden lo que supone la intersección de género, raza, clase, creencia, etc., negando que el feminismo pueda ser negro, islámico o gitano. ¿Qué les diríais?

Antonia: Les diría que el feminismo significa libertad de elección y ellas deben hacer un ejercicio de empatía y reconocer que el movimiento feminista occidental es racista y clasista para poder revertirlo. Las feministas racializadas (gitanas, negras, musulmanas, latinas …) siempre hemos conseguido comprendernos y encontrar un gran apoyo entre nosotras, porque nuestra lucha es muy parecida. Por esta razón, creo que sabemos poner en práctica la palabra “sororidad” mejor que muchas  femiblancas.La interseccionalidad da vigencia y amplia el análisis feminista. No solo ellas han luchado y siguen peleando por la emancipación de la mujer, sino que también mujeres de otros colectivos, etnias, razas, culturas y religiones combaten  el patriarcado.

Soraya: El feminismo tiene que hacer sentir cómodas a todas las mujeres, con sus creencias e ideas (siempre que estas no dañen a las demás). Creo que muchas veces hay una gran sombra colonialista sobre el feminismo de muchas mujeres blancas, el complejo de “salvadora blanca”. Cuando pasa esto, no se nos está mirando como iguales, no tenemos el mismo valor en la lucha. Cuando empecé a formarme sobre feminismo, no conocía a otras feministas musulmanas o norteafricanas y a veces sentía que cuando me miraban decían “mira la tontita, está leyendo de feminismo y cree en Dios”. No es incompatible en absoluto y de verdad pido a las feministas blancas que lean sobre feminismo negro, gitano, árabe, islámico… Pueden apoyarnos, pero no pueden ni deben hablar por nosotras ni usurpar nuestros puestos, sobre todo en temas delicados que están muy ligados a identidades culturales diferentes, etc…

El feminismo debe solventar las necesidades de todas las mujeres. A mí el feminismo occidental y blanco no me soluciona mis problemas como mujer racializada y musulmana, en muchos casos ni los contempla, es muy egoísta negar los modelos de feminismo que sí lo hacen. El feminismo occidental no me ayuda en nada a la hora de solucionar mis problemas de identidad como mujer birracial.

El feminismo en general debe aceptar los modelos que van surgiendo para adatarse a las necesidades de determinados colectivos, es algo necesario para que sea una lucha de todas y por todas.

Siham: Que abran su mente.

¿Podéis contar algún caso de usurpación de vuestros espacios por parte del feminismo hegemónico?

Antonia: Cursos de formación, jornadas, cursos universitarios, seminarios y similares, donde se instruye en feminismo romaní y quienes hablan y opinan sobre el movimiento son payas.

Este es el feminismo burgués, capitalista y racista que prefiere enriquecerse con el sufrimiento y lucha de otras mujeres a acompañarlas en el camino.

Ocupan ilegítimamente nuestro discurso en entornos de cariz político para aparentar aceptación y respeto hacia nuestras formas de estar, pero sin cambiar su esencia y con el único objetivo de aumentar votos.

También se vuelven portavoces de nuestras luchas, e incluso se toman la libertad de interpretarlas dejándonos al margen.

Soraya: El caso más violento es el de Femen, es la definición más real de feminismo blanco. Callan a las mujeres musulmanas, insultan nuestra identidad, nuestras creencias y solo quieren imponer lo que ellas creen que es correcto desde su cima de mujer blanca. Nos consideran niñas tontas a las que deben manejar, por no hablar de toda su imaginería absolutamente elitista: nada de gordas, nada de ancianas, nada de mujeres negras y solo PoC (personas de color) si son white passing.

No me gusta considerarlas feminismo porque para mí un feminismo que no es interseccional no sirve de nada y no me parece feminismo, por eso he puesto que es el caso más violento.

Algo más light pero igual de dañino es cuando te invitan a círculos o eventos feministas solo para que figures ahí y poder llenar el cupo de diversidad, para que no se pueda echar en cara nada.

Siham: La defensa de las mujeres musulmanas negando su singularidad y su contexto. No estamos presentes cuando se habla de nosotras, de nuestra lucha, de lo que pensamos, de lo que queremos. Lo que quiero y reivindico es que se nos deje hablar a nosotras mismas de nosotras mismas, con nuestras propias palabras, que dejen de considerarnos menores, como si no supiéramos lo que queremos.

¿Creéis que las feministas racializadas deben unirse con las feministas blancas en la lucha contra el patriarcado?

Antonia: Creo que sí, no nos queda otra. Si nos dividimos ante este monstruo tan fuerte, no podremos vencerlo. Pero para que esto ocurra, deben dejar de violentarnos y entender que no hay un solo feminismo, sino  tantos como mujeres, dentro de una diversidad de insterseccionalidades, con nuestras peculiaridades y nuestras formas de estar en el mundo, que merecen el mismo respeto y con opiniones válidas, aunque no las compartan.

No se puede ser abanderada de un movimiento que es democrático en esencia y ser inquisidoras de las “otras” mujeres.

Es necesario que revisen sus privilegios y que se den cuentan de que, sin ser conscientes de ello, tienen actitudes racistas y ejercen otros tipos de opresiones contra nosotras.

Soraya: El feminismo tiene que estar unido, claramente no se nos puede pedir unidad con personas racistas e islamófobas y se debe respetar el hecho de que las mujeres racializadas y musulmanas necesitamos nuestros espacios específicos.

Siham: Pienso que sí, porque todas defendemos la misma causa, cada una desde un frente. Todas defendemos lo mismo: los derechos de las mujeres, ya sean blancas, negras, musulmanas, ateas…

 ¿Qué nombres, autoras, artistas… destacaríais dentro de vuestros respectivos feminismos?

Antonia: Ana Giménez Adelantado, Sara López Olvera, María José Jiménez Cortiñas y, por supuesto,  Antonia Rodríguez Fernández: mi madre. Nuestras madres, abuelas y tías representan el feminismo de resistencia del que bebemos y son nuestro ejemplo y nuestro orgullo.

Si alguna vez tenéis la oportunidad de hablar con una gitana anciana, os daréis cuenta de que son fuertes, valientes, inteligentes, y son feministas desde hace siglos sin ser conscientes de ello.

Soraya: Recomiendo muchísimo leer a Margot Badran, Zainab Al Ghazali y Fátima Mernissi. Una vez te adentras a leerlas, descubres a otras autoras y mujeres musulmanas, árabes y norteafricanas muy interesantes.

Siham: Amina Wadud, por supuesto, pero también las marroquíes Fátima Mernissi y Asmaa Lamrabet o la siria Sirin Adlbi Sibai, entre otras.

Muchas gracias a las tres por haber aceptado esta entrevista y por vuestro tiempo. Os deseamos mucho éxito en todos vuestros proyectos.

Salam.

Alkalima.

 

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