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Literatura Mundial y Colonialidad: Repensando el Pluriverso

Yolanda Martínez-San Miguel
Literatura Mundial y Colonialidad: Repensando el Pluriverso

Esta conferencia* es una invitación a pensar el tema de los desplazamientos y migraciones en el contexto de las Américas, el Caribe y el mundo Hispanófono a nivel mundial. Me gustaría aceptar la invitación a participar en este diálogo, pero quisiera plantear una serie de preguntas que se enfocan en marcos disciplinarios, epistémicos, y metodológicos que se transforman a partir de la inclusión de las diásporas, migraciones voluntarias e involuntarias y desplazamientos como eje central en la articulación de los estudios culturales contemporáneos. Al mismo tiempo, mi presentación de hoy aspira a pensar la pregunta sobre las migraciones en diálogo con mi trabajo más reciente sobre estudios de archipiélago en el contexto de las islas del Caribe y el Pacífico en contextos coloniales y postcoloniales.

Intento, pues, pensar los estudios ibéricos, caribeños y latinoamericanos desde tres perspectivas complementarias: 1) Articulando una definición de la literatura mundial, el objeto de estudios de la litertura comparada, torciéndola desde sur global; 2) Explorando las dimensiones de la colonilaidad de la diáspora de los desplazamientos de sujetos y la existencia de fronteras legales, políticas, económicas, lingüísticas, raciales, de género, sexualidad y etnicidad y; 3) repensando los métodos de interpretación y análisis que desde el contexto pluriversalidad archipelágica.

La “literatura mundial” ha sido el objeto de estudio tradicional de la literatura comparada.  Término acuñado en su acepción más conocida en la disciplina por Goethe en 1827 (Weltliteratur), el mundo tradicionalmente se ha tenido en mente entre los comparatistas entrenados antes de la década del 1980 era primordialmente europeo y estadounidense. El modo en que usualmente se distinguen los estudios de los departamentos de lengua de los departamentos o pogramas de literatura comparada es que se supone que los primeros seleccionan la literatura a partir del idioma en que se produce el corpus literario, mientras que la literatura comparada aspira a estudiar la literatura mundial, ya sea vinculando zonas disímiles a partir de preocupaciones formales o temáticas en común, o literaturas producidas en diferentes países y lenguas que comparten un aspecto histórico que permite justificar el proyecto de comparación. Lengua y nación, y en ocasiones hasta los estudios de área, articulan los departamentos de lengua mientras, mientras que la literatura mundial, la traducción y la comparación funcionan como los ejes a partir de los cuales se plantean mucha de las preguntas de la literatura comparada.

Entonces, lo que me interesa es repensar con ustedes el tema de la literatura mundial desde una serie de ángulos diversos invocados toda una serie de conceptos y debates que han estado transformando los estudios comparados y en los cuales el aspecto migratorio (que es el que anima esta conferencia) ha sido central. Esta definición de la literatura mundial se forja originalmente en el contexto de la multiplicidad de lenguas y culturas que coexisten en el limitado espacio del continente europeo, y luego aspira a atacuñar a todo resto del mundo africano, asiático y americano bajo la misma horma eurocéntrica (Wellek y Warren 1949, Wellek 1958). Ese primer momento de la literatura comparada se enfocaba en el estudio de múltiples lenguas y presuponía un lector que accedía a la diversidad cultural con una relativa facilidad una vez se aprendía una de las lenguas europeas. El comparatista, a diferencia de otros lectores, presumía de poder leer los textos en sus lenguas originales. Más adelante, y siguiendo el impulso imperial estadounidense, la literatura mundial se trastocó en un concepto de literatura global, que incorporaba toda la diferencia mundial por medio de la traducción al inglés (y en menor grado al español o francés) toda una gama de experiencias y perspectivas. En ese nuevo paradigma, la traducción se convierte en una herramienta central para posibilitar la comunicación o “transferencia intercultural” de diversas literaturas y movimientos culturales y artísticos (Benjamin, , Bassnet, Apter), pero sin vulnerar el paradigma del “west and the rest” que subyace en la configuración del campo. El comparatista de esta segunda etapa ya no leía textos en sus lenguas originales, sino que transitaba la literatura mundial a través de la transculturación (Ortiz, Rama) y las ideas fuera de lugar (Schwarz), y los escándalos de la traducción en contextos coloniales (Venuti, Rafael). Un tercer momento en el comparatismo es el que emana de los “culture wars” y la emergencia de los estudios culturales, postcoloniales, étnicos, de sexualidad y género, y los estudios visuales y cinemáticos, que empujan el comparatismo hacia acercamientos interdisiciplinares en los cuales el estudio de lo literario deja de ser el objeto exclusivo de la literatura comparada (Bernheimer, Han and Quan). Esta coyuntura histórica llevó a varios pronunciamientos agónicos sobre la muerte de la disciplina, que ha sido desmentida por una eclosión del campo, sobre todo en estudios comparados entre oriente y occidente, el trabajo con el sur global, y las colaboraciones entre los estudios literarios y otros estudios de cultura, historia, filosofía, etc. Spivak, en su famoso libro Death of a Discipline, se pronuncia a favor de los estudios planetarios, en donde el cruce constante de fronteras, así como la colaboración con los estudios de área, resultarían cruciales para la supervivencia del campo. Jonathan Culler y David Damrosh reivindican el lugar de lo literario como un modo de lectura o prisma que permite la posibilidad de proyectos comparativos en los que se incorpore la producción cultural y artística del mundo entero.

Sin embargo, la ilusión de la mundialización o la literatura planetarias pronto se hizo trizas. Por una parte, aprender muchas lenguas amplía los horizontes de los pensadores y lectores, pero no asegura que el proceso interpretativo no siga suponiendo la existencia de conceptos universales, como las nociones de literatura, los géneros literarios y la función estética heredados de la tradición greco-latina y luego eurocéntrica (Mignolo 2000, 2013). Y por otra parte, la traducción supone toda una serie de reducciones y aplanamiento de significados y modos de ser y de pensar, y la universalidad del inglés termina por reiterar la primacía del campo intelectual estadounidense, anglófono y primer mundista a expensas de la mulplicidad de saberes y modos de ser y estar en los mundos en que cohabitamos (a veces a duras penas). Lo que todos estos modelos olvidaron, quizá muy convenientemente, fue el carácter indomable del lenguaje (igual que la imaginación y el pensamiento) por la naturaleza polisémica y heteroglósica de la lengua sobre la que ya había meditado ampliamente Mikhail Bakhtin.

El segundo aspecto que me produce reparos personales, es que los marcos de lo global, universal y planetario siempre presuponen una ambición que rebasa la capacidad de conocimiento humana, por lo que reclamar recintos más limitados a la aspiración del pensamiento, siempre me ha parecido más realista, humilde, y realizable. Nos invito, por tanto, a torcer la definición de literatura mundial mirándola desde fuera de esos dos momentos, para pensar en un mundo cada vez más interconectado, pero no por ello más homogéneo. Nos invito a abandonar el concepto de lo mundial como idea aglutinante para pensar la idea de literaturas mundiales que realzan y exploran las diferencias en vez de reducirlas y contenerlas en un espacio de la mismidad. Aquí dialogo muy de cerca con Ngũgĩ wa Thiong’o y su proyecto para una literatura comparada mundial en Globalectics: Theory and the Politics of Knowing y con el concepto de la lengua salvaje de Gloria Anzaldía en Borderlands/La Frontera.

Una parte muy importante de mi pensamiento está motivada por mi trabajo con el colonialismo latinoamericano y caribeño en los siglos 16 y 17, las literaturas caribeñas coloniales, postcoloniales y decoloniales, y el pensamiento archipelágico en el contexto de los estudios insulares del Caribe y el pacífico. He desarrollado parte de este pensamiento en otros ensayos (y que incluyo en las referencias), por lo que no me voy a desviar en esa dirección ahora.

Entonces les propongo continuar esta meditación a partir de un show and tell de citas centrales en el pensamiento de algunos teóricos caribeños para empezar a pensar en esas literaturas mundiales que se articulan a partir de migraciones (forzadas y voluntarias) en donde lo global se desarticula en el pluriverso.

1.

En el caso de Glissant, resultan fundacionales sus conceptos de la relación, el rizoma, y la confluencia. Aunque parte de su pensamiento se desarrolla en diálogo con Deleuze y Guattari, Glissant centra su pensamiento en el contexto caribeño, insular y colonial. Esto le permite la relación como una red de conexiones que se articula a partir de las confluencias consensuadas de la diferencia que no se entega a la traudcción absoluta. La identidad, lejos de ser una experiencia de la mismidasd se transforma en Glissant en una relación extendida con/de la diferencia, que se articula a partir de la inter-relación constante con el otro, como una confluencia en la que el yo no se confunde en el otro, sino que se trata de un yo que está en constante proceso de devenir en relación con la multiplicidad y diferencia irreductible de le otre y les otres.

2.

En este caso Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau y Raphaël Confiant nos invitan a cuestionar el concepto de la universalidad como homogeneizador, y proponen en su lugar la idea de una diferencia universal en el concepto de la diversalidad.  Tomando como punto de partida la densidad de experiencias de creolización en el caribe, que se compone de toda una serie de poblaciones translocales, el pensamiento de la creolité es una meditación sobre la producción de culturas nuevas en el Caribe a partir de la transculturación (para recordar a Ortiz) y la transformación radical de culturas africanas, americanas, asiáticas y europeas que se relacionan en diferentes ejes de poder.

3.

Es importante revisitar aquí el pensamiento de Anzaldúa, fundacional para los estudios étnicos, pero pienso que tenemos que leer su obra a partir de dos conceptos claves que están íntimamente relacionados: la frontera y nepantla. Recordemos, en primer lugar, que Anzaldúa se enfoca en la frontera entre Estados Unidos y México como un espacio muy importante para pensar la separación entre el mundo anglo y el mundo hispano e indígena latinoamericanos. Sin embargo, su punto de partida no es la migración de mexicanos a los Estados Unidos, sino la invención (violenta, claro) de una frontera entre ambos países para crear una división artifcial. Después de todo, en el caso mexicano/chicano, lo que “migró” (a partir del 1848 con el Tratado Guadalupe-Hidalgo) no fueron las personas, sino la demarcación político-legal que separa a ambos países.  Esa invención artificial es para Anzaldúa un lugar importante para desarrollar su concepto del borderlands como un lugar no orgánico, un límite artificial, que se encuentra en un estado constante de transición.

4.

Al agregar esta segunda parte del pensamiento de Anzaldúa que se elabora en la idea de napantla, idea que ya está presente en Borderlands/La Frontera, se redimensiona toda la noción de los borderlands. La frontera no es un espacio sino un proceso, no es un lugar, sino un estado de confusión, no es una conclusión sino una transición constante, perenne. Para Anzaldúa lo que resulta crucial es el proceso, lo que Deleuze y Guattari y más tarde Perlongher teorizan ampliamente con el proceso de devenir. Es un lugar donde la contradicción y la paradoja son productivas y no necesitan resolución, es decir, regresamos a la opacidad de Glissant, pero no como gesto estético excluyente, sino como proyecto estético que no exige la transparencia de la otredad lingüística y cultural para globalizarse.

En el pensamiento de Anzaldúa, es un espacio multidimensionado, como se aprecia al poner juntas estas tres imágenes :

Donde se disuelve la frontera/pared entre México y Esatdos Unidos.

Residentes de Naco, Arizona y Naco, Sonora, juegan el partido de volibol transnacional annual.

Ataúdes de Alberto Caro en la frontera entre Estados Unidos y México.

En la próxima entrega de esta columna discutiré la colonialidad como dimensión adicional que complica nuestras meditaciones sobre el comparatismo en el contexto de una literatura mundial.

(Continuará…)

______________

Referencias

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*Presenté este ensayo como plenarista en el Congreso Graduado de la Universidad de Pennsylvania titulado “¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?: Migraciones, diásporas y desplazamientos en la literatura de América Latina y la Península Ibérica” que se llevó a cabo el 28 y 29 de febrero de 2020. Compartiré el contenido de la ponencia plenaria en tres entregas aquí en 80grados.

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