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Las elecciones de 2020 y el ascenso de la soberanía

Javier Hernandez ("PRTQ")
Las elecciones de 2020 y el ascenso de la soberanía

El 3 de noviembre de 2020, los puertorriqueños acudieron a las urnas no solo para elegir un nuevo gobierno colonial, sino también para participar en el plebiscito de estatus. Este plebiscito les preguntaba a los electores si querían que Puerto Rico se convirtiera en un estado de los Estados Unidos, o sea, la estadidad. Según la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), se ha certificado que el Partido Nuevo Progresista (PNP) ganó la gobernación y el plebiscito Sí a la estadidad.

Aun con las crasas irregularidades, maletines mágicos y querellas de fraude, la CEE (controlada por el PNP a partir del nuevo Código Electoral aprobado por el PNP), certificó estos resultados oficiales. Mientras que los estadistas celebran su “victoria” electoral con bombos y platillos y ceremonias ostentosas, observadores astutos en Puerto Rico y los Estados Unidos están viendo el comienzo de una nueva época en la política puertorriqueña.

Primeramente, el candidato PNP, Pedro Pierluisi, parece haber ganado la gobernación colonial con casi el 33% de los votos, lo que significa que ya tiene aproximadamente el 67% de los electores del país en su  contra y su propuesta por la estadidad. O sea, que bajo las reglas electorales coloniales (que prohíben medidas democráticas como las alianzas electorales y la segunda vuelta), una mera minoría política estadista apoyada por reglas antidemocráticas puede gobernar sobre la gran mayoría del país, que no apoya la estadidad.

Con la participación de 53% de los electores, que es un bajo histórico, Pierluisi solo obtuvo el 33% de los electores dentro de ese 53% que fue a votar por el PNP. Si se considera la totalidad de electores registrados a votar, solo el 26% fue a votar por el PNP. Literalmente, no hay mandato para gobernar ni reclamar que la “mayoría” del país quiere la estadidad. A medida que los ciudadanos presenten más pruebas de fraude electoral, este escenario puede cambiar y ser llevado a los tribunales.

Los resultados finales del plebiscito de Estadidad Sí / No, muestran un 50.7% para SÍ y un 49.3% para NO (incluidas las papeletas de protesta en blanco). Estados Unidos jamás aceptaría un estado en la unión donde aproximadamente la mitad de los que votaron están en contra de la estadidad. Además, unos 38,726 electores (un 3.1%) entregaron votos de protesta en blanco porque saben que el plebiscito no tenía el aval del gobierno estadounidense y que el PNP estaba utilizando el plebiscito para atraer al corazón del rollo del PNP a votar por ellos, no para resolver realmente el dilema colonial. Un plebiscito que no tenga el aval del gobierno estadounidense es sencillamente un sondeo millonario entre súbditos coloniales que no aporta a la descolonización del país, pero que sí aporta a mantener a flote a todos los politiqueros y batatas del partido que viven y guisan de la colonia y del status.

Como vemos en el plebiscito de 2017, los estadistas afirman haber ganado el 97% para apoyar la estadidad (resultado ignorado por el Congreso estadounidense), sin embargo, después de los resultados de 2020, se ve que en realidad han disminuido a aproximadamente el 50% (una disminución general del 48.4%) de los que votaron y solo 26 % de todos los electores registrados. Por lo tanto, según la propia CEE, de todos los electores registrados en Puerto Rico (2,355,894), solo alrededor del 26% (623,053) salió a apoyar la estadidad. Nuevamente, no hay mandato para la estadidad en Puerto Rico.

También, cabe destacar que aquellos que votaron por la estadidad no fueron realmente informados sobre las consecuencias políticas, económicas y culturales de la estadidad, o sea, la realidad de la estadidad. Con anuncios y campañas publicitarias pagos por entes políticos estadistas que afirmaban falsamente que con la estadidad:

  1. los puertorriqueños recibirían más fondos federales de los contribuyentes estadounidenses
  2. el equipo olímpico de Puerto Rico estaría protegido
  3. el español seguiría siendo el idioma oficial y la cultura de Puerto Rico estaría protegida

Si bien todas estas afirmaciones fantásticas y no reales sobre la estadidad han sido denunciadas por académicos e incluso por el propio gobierno de los EE. UU., los electores estadistas continúan aceptando estas fantasías y creen que con la estadidad recibirían pagos adicionales del gobierno federal, es decir, más mantengo y dependencia. Recuerde, en Puerto Rico, la estadidad se trata de dependencia, miedo y pobreza, no de desarrollo, fomento, esperanza o autosuficiencia. Para un estadounidense, sea liberal demócrata o conservador republicano, tales fantasías estadistas son ridículas, no reales y deberían ser denunciadas como falsas. Muchos estadounidenses, al escuchar tales fantasías de la estadidad, me lo han dicho cientos de veces a través de los años. Para ellos, la estadidad es para ser únicamente “americano”, no para recibir más cupones y fondos federales.

Aunque el PNP logró encajar a Pierluisi en La Fortaleza con un mero 33% de votos, esta elección ha terminado con el control total bipartidista rojo-azul de la Legislatura de Puerto Rico, con el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) y el Proyecto Dignidad (PD) obteniendo varios escaños en la Cámara y el Senado. Además, el apoyo combinado del PIP y el MVC, cuyos candidatos a la gobernación (Dalmau y Lúgaro, respectivamente) son independentistas, obtuvieron el 28% de los votos en comparación con el 33% de Pierluisi. Tanto el PIP como el MVC tendrán influencia en la Legislatura de Puerto Rico para detener no solo las políticas nefastas y estadistas de Pierluisi, sino cualquier embeleco estadista como la mal llamada Comisión de la Igualdad que buscar promover la estadidad en Washington, DC con fondos públicos (algo que en cualquier otro país sería ilegal). El PIP también creció electoralmente en apoyo, de 2% a casi 14% (169,516), tendencia que se está observando en los círculos políticos de Puerto Rico y de Estados Unidos.

Como se podrá observar a través de los años, el sentimiento soberanista y puertorriqueñista (pro-independencia o pro-libre asociación) está creciendo en Puerto Rico con candidatos soberanistas en el PPD, PIP MVC y en el Movimiento de Conciencia obteniendo un apoyo combinado de alrededor del 60% en esta elección. O sea, si tales partidos hubieran acordado una alianza electoral, hubieran arrasado en las elecciones con un 60%. Ahora podrás ver por qué el PNP se opone visceralmente a las alianzas electorales y depende electoralmente de su prohibición.

En el Senado, los nuevos senadores electos con más votos fueron del PIP (María de Lourdes Santiago) y del Proyecto Dignidad (Joanne Rodríguez Veve), ambas independentistas. La soberanía nacional, que solía ser perseguida y criminalizada por la colonia y agencias federales, ahora se está convirtiendo en una corriente dominante, moderna, esperanzadora y fuerte en la política y la sociedad puertorriqueña.

Al ver estos resultados y comprender estas conclusiones, cualquier observador inteligente puede ver que no existe un mandato ni un apoyo abrumador para la estadidad en Puerto Rico. Ha llegado el momento de que Estados Unidos asuma su responsabilidad en cuanto a la descolonización y autodeterminación de Puerto Rico. Otra vez, aunque los estadistas estén celebrando los resultados de la elección colonial bajo una nube tormentosa de fraude (que seguirá en los tribunales), el nuevo escenario político puertorriqueño está levantando el interés de congresistas y otros líderes políticos estadounidenses. Los soberanistas y puertorriqueños patrióticos en la diáspora están tomando la delantera y trabajando los pasillos del Congreso dejándoles saber a los congresistas y las oficinas congresionales esta nueva realidad política.

En general, el plebiscito del 2020 tuvo éxito en su tarea final: ganar las elecciones generales para el PNP y mantener viva la fantasía risible de la estadidad para que puedan seguir tomando de tonto a los electores más desesperados y pobres de Puerto Rico. Mientras que los estadistas celebran, involuntariamente han animado a la nación puertorriqueña y han desencadenado una nueva época política y electoral en Puerto Rico. Para tener alguna oportunidad real de ganar las próximas elecciones coloniales en el 2024, el pueblo tiene que luchar para no solamente reformar el Código Electoral, sino específicamente derogar la prohibición de alianzas electorales. Divididos sin poder unirnos electoralmente como fuerza nacional, el PNP seguirá su guiso electoral y antidemocrático de gobernar como minoría sobre la mayoría del país. No podemos permitir eso. El triunfo de 2024 se logrará caminando por la puerta de las alianzas electorales. Hagámoslo realidad para nuestro futuro.

Javier A. Hernández es el autor del libro “PREXIT: Forjando el camino a la soberanía puertorriqueña”.

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